martes, 26 de octubre de 2010

Lo que el velo desvela

Esta tarde he presenciado un incidente desagradable. En el semáforo de la Plaza de España había una chica. Ha venido un moro por detrás y le ha alborotado el pelo. La chica se ha llevado un susto tremebundo y al gritar es cuando me he girado yo intuyendo lo que ha pasado.
Se podía haber liado una gorda, pero la chica, como tantas otras mujeres que sufren una agresión sexual, por miedo o por vergüenza ha preferido hacer como si no hubiera pasado nada y seguir su camino.
Lo que llama especialmente la atención de esta agresión es que el moro le haya tocado el pelo, en vez del culo o las tetas, como habría hecho un hijoputa occidental. Estamos ante el hecho diferencial especifico. Efectivamente el pelo es para los islámicos, sobre todo si acaban de desembarcar de la patera y no están acostumbrados a ver mujeres sin velo, un objeto sexual de alto contenido erótico.
Esto me recuerda lo que ha pasado en Bali, donde las mujeres solían ir con los pechos al aire, pero con la presión de turismo y la grosería y lascivia de los turistas han tenido que renunciar a su forma de vestir ancestral y cubrirse las tetas.


¿Llegara a pasar lo mismo en occidente? Las mujeres por simple precaución tendrán que salir a la calle con un velo para protegerse de energumenos.
A eso nos lleva un inocente símbolo religioso. O no tan inocente.

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