Antonio Donate Gil ¿Porque tiene que derramarse la sangre del toro? sin banderillas y la estocada, encuentro que se podría lucir lo mismo, dando capotazos hasta que el animal se canse y después devolverlo a su habitad natural sin sufrir daño, porque una cosa es matar animales para su consumo alimenticio y otra muy diferente es hacerlo con regocijo y perversión, esto me recuerda los relatos que oí cuando era niño, de que en muchas plazas españolas se fusilaron después de torearlos, a presos de la guerra civil, entre los años 1939 a 1941/2, (si no recuerdo mal la plaza de linares fue una de ellas). Yo en esto no veo ningún arte, solo el brutal asesinato con alevosía, de un animal por el placer y regocijo tanto del torero como del publico que asiste.
Es que esta pandilla de "tradicionalistas" son muy "tradicionalistas" Todo el acero empleado para hacer sufrir al animal viene de que también lo hacían así sus antepasados. Lo mejor es dejarse de medias tintas y exigir que se termine con esa salvajada definitivamente. Enhorabuena por su escrito!
Ya me gustaría que fuése como dices, Antonio, pasa que el toro, por muy de raza brava que sea, se aburre después de unos cuantos capotazos.
He estado entre ellos, en la dehesa, allá en Sevilla, al ser la familia de mi ex, vecina y amiga de toda la vida de la Campuzano. Te miran, los puedes acariciar entre los ojos, y si te vas, te siguen como un perrillo, pidiendo más caricias.
Es en las entrañas de la plaza donde los someten a un sinfín de torturas, administrándoles fármacos que les provocan descomposición interna, les cargan sacos de pesos sobre el cuello y les embadurnan los ojos con grasa para dificultarles la visión.
Así salen a la plaza, llenos de dolor y miedo, llevándode por delante lo que encuentren. Nada que ver con su naturaleza.
Toda esta tortura, para que se luzcan cuatro monas emperifolladas de lentejuelas.
Para que no te salgan las letras raras utiliza el HTLM...esta tarde si puedo lo arreglaré.
ResponderEliminarEs que esta pandilla de "tradicionalistas" son muy "tradicionalistas"
ResponderEliminarTodo el acero empleado para hacer sufrir al animal viene de que también lo hacían así sus antepasados. Lo mejor es dejarse de medias tintas y exigir que se termine con esa salvajada definitivamente.
Enhorabuena por su escrito!
Ya me gustaría que fuése como dices, Antonio, pasa que el toro, por muy de raza brava que sea, se aburre después de unos cuantos capotazos.
ResponderEliminarHe estado entre ellos, en la dehesa, allá en Sevilla, al ser la familia de mi ex, vecina y amiga de toda la vida de la Campuzano.
Te miran, los puedes acariciar entre los ojos, y si te vas, te siguen como un perrillo, pidiendo más caricias.
Es en las entrañas de la plaza donde los someten a un sinfín de torturas, administrándoles fármacos que les provocan descomposición interna, les cargan sacos de pesos sobre el cuello y les embadurnan los ojos con grasa para dificultarles la visión.
Así salen a la plaza, llenos de dolor y miedo, llevándode por delante lo que encuentren. Nada que ver con su naturaleza.
Toda esta tortura, para que se luzcan cuatro monas emperifolladas de lentejuelas.