No, no durmió sus sueños de recién nacida entre los encajes de una cuna imperial. Fue en un pobre cortijo de Deprano, en Nicomedia, donde vio la luz, en el 248 ó 249, aquella niña, escasa de bienes de fortuna, sobre la que Dios tenía planes estupendos.
Así nos lo dijo San Ambrosio, que vivió en una época inmediata a la de nuestra Santa.
Nos figuramos a Elena en su adolescencia y juventud trabajando en el mesón de su padre. Atendiendo a todo, trajinando para tener las dependencias limpias y la comida sabrosa y a punto, obsequiosa con sus huéspedes... Siempre sencilla, humilde, recatada, sonriente. Era pagana, sí, porque de familia pagana había nacido, pero sentía en su corazón el vacío de aquellas falsas divinidades.
Hacía unos años que había unas persecuciones horribles contra los cristianos, desencadenadas por los propios emperadores de Roma, que los mandaban apresar y les sometían a tormentos terribilísimos y terminaban por llevarlos al anfiteatro para echárselos a las fieras. También a muchos los quemaban vivos.
Elena no terminaba de comprender por qué sus emperadores hacían aquello. ¡Si los cristianos eran buena gente! Ella trataba con algunas muchachas de su edad que pertenecían a aquella "secta" y no podía sino decir que eran excelentes. Tanto que, a veces, comparándolas con sus amigas paganas, había de reconocer que las superaban en todos los aspectos.
Naturaleza la suya rica en dones de Dios, poseía físicamente una singular hermosura que realzaba la espontánea nobleza de su espíritu y esa que llaman "aristocracia del alma": una inteligencia privilegiada y un gran corazón.
Elena significa: "antorcha resplandeciente".
Esta gran santa se ha hecho famosa por haber sido la madre del emperador que les concedió la libertad a los cristianos, después de tres siglos de persecución, y por haber logrado encontrar la Santa Cruz de Cristo en Jerusalén.
Nació ella en el año 270 en Bitinia (hacia el sur de Rusia, junto al Mar Negro). Era hija de un hotelero, y especialmente hermosa.
Y sucedió que llegó por esas tierras un general muy famoso del ejército romano, llamado Constancio Cloro y se enamoró de Elena y se casó con ella. De su matrimonio nació un niño llamado Constantino que se iba a hacer célebre en la historia por ser el que concedió la libertad a los cristianos.
Cuando ya llevaban un buen tiempo de matrimonio sucedió que el emperador de Roma, Maximiliano, ofreció a Constancio Cloro nombrarlo su más cercano colaborador, pero con la condición de que repudiara a su esposa Elena y se casara con la hija de Maximiliano. Constancio, con tal de obtener tan alto puesto repudió a Elena. Y así ella tuvo que estar durante 14 años abandonada y echada a un lado. Pero esto mismo la llevó a practicar una vida de santidad.
Pero al morir Constancio Cloro, fue proclamado emperador por el ejército el hijo de Elena, Constantino, y después de una fulgurante victoria obtenida contra los enemigos en el puente Milvio en Roma (antes de la cual se cuenta que Constantino vio en sueños que Cristo le mostraba una cruz y le decía: "Con este signo vencerás"), el nuevo emperador decretó que la religión católica tendría en adelante plena libertad (año 313) y con este decreto terminaron tres siglos de crueles y sangrientas persecuciones que los emperadores romanos habían hecho contra la Iglesia de Cristo.
Constantino amaba inmensamente a su madre Elena y la nombró Augusta o emperatriz, y mandó hacer monedas con la figura de ella, y le dio plenos poderes para que empleara el dinero del gobierno en las obras buenas que ella quisiera.
Elena, que se había convertido al cristianismo, se fue a Jerusalén, y allá, con los obreros, que su hijo, el emperador, le proporcionó, se dedicó a excavar en el sitio donde había estado el monte Calvario y allá encontró la cruz en la cual habían crucificado a Jesucristo (por eso la pintan con una cruz en la mano).
Dice San Ambrosio que Santa Elena aunque era la madre del emperador, vestía siempre con mucha sencillez y se mezclaba con la gente pobre y aprovechaba de todo el dinero que su hijo le daba para hacer limosnas entre los necesitados. Que era supremamente piadosa y pasaba muchas horas en el templo rezando.
En Tierra Santa hizo construir tres templos: uno en el Calvario, otro en el monte de los Olivos y el tercero en Belén.
Gastó su vida en hacer obras buenas por la religión y los pobres, y ahora reina en el cielo y ruega por nosotros que todavía sufrimos en la tierra.
ORACIÓN.
Amabilísimo Redentor de mi alma, Jesús de mi corazón, que desde el cielo bajaste a la tierra, a buscar y hallar la santísima Cruz en que padeciste tantas y tantas penas, para que por ellas gozáramos eterna gloria; te ruego por los misterios altísimos de tu Santísima Cruz y por la preciosísima sangre que por mí en ella derramaste, me concedas todos los bienes que produjo aquel árbol de vida, para el bien, provecho y remedio de nuestras almas y por este medio pueda merecer, como te lo ruego, por todos los misterios de la Santa Cruz, vivir sin ofenderte y morir en tu gracia, para ir a gozar al cielo los frutos de tu Santísima Cruz.
¡Oh mi Dios, mi Salvador y Glorificador!, pues fuiste tan liberal y bienhechor en aquel madero santo, que derramaste toda tu preciosa sangre para mi remedio, derrama sobre mi alma, a la hora de mi muerte, una gota para que muera en tu gracia y asistiéndome entonces nuestra protectora y abogada Santa Elena, con su intercesión, nos alcances lo que te pedimos en esta oración, y fuere más conveniente a tu mayor honra, gloria y provecho de nuestras almas, con cuyo patrocinio esperamos buscar con fervor y hallar con provecho la hora de nuestra muerte, los frutos preciosos con que nos convida tu Cruz, para morir en tu gracia y gozarte siempre en la bienaventuranza. Amén.
Fuentes:
Iluminación Divina
Santoral Católico
Ángel Corbalán
Ave María Purísima. Esta santa, que alguna Elena tenemos en la família o entre las conocidas, a demás de marcar en el calendario Católico, el día de su onomástica. Resulta que como tema cultural, fu´quien se hizo con la Cruz de Cristo. Mira por donde no fué ningún aventurero inglés ni Indiana Jones.
ResponderEliminarUn saludo
Me sabe mal decepcionarte, querido amigo, pero es imposible que fuése la cruz de Cristo.
ResponderEliminarEn primer lugar, no era la cruz tal como la Iglesia la muestra, era una cruz tau, una T, esto es lo que los romanos usaban para crucificar.
Lo que Jesús llevó de camino al Calvario era el travesaño horizontal, atado a las manos.
Y además, esas cruces eran usadas varias veces, hasta su inutilización por desgaste, conque es completamente imposible que esa señora encontrase la original.
Su hijo Constantino fue quien impuso el cristianismo por narices, pero, como todo, se trató de política, el mejor postor.
Constantino nunca fue cristiano, le obligaron a aceptarlo en su lecho de muerte por cubrir las apariencias. Política, nada más que política.
Y esto es la Iglesia desde entonces.
Sabes que os defiendo a los que tenéis fe, más que nada porque los amebas se os comen, pero también pienso que la fe no está reñida con la inteligencia, digo yo...
Es que vosotros no tenéis fe en Cristo, sino en los rollos patateros que la Iglesia ha montado a lo largo de los siglos.
Un poco de cultura no vendría mal, amigo.
Un besote.
No cabe duda, que con la cultura que tu, amiga Leonaa, me aportas, mejorará mi bagage.
ResponderEliminarDe todas formas, estaráde acuerdo que ambos , desconocemos la cultura del otro.
Y en cuaanto la fe, es libre y respetable...para los que la respetan.
Lo de la cultura, me resulta muy habitual, me suena a lo que tanta gente habla cuando se refiere a la humildad.
Decía San Agustín, hombre culto y con fe que; "Rara cosa esta, la humildad, cuando uno cree haberla conseguido...ya la ha perdido.".
Por supuesto, admiro en los demás lo que yo no tengo, la humildad de Jesús, San Agustín...y la cultura de mi amiga Leona.
Amén.
Querido amigo, Jesús nunca discriminó a la mujer, al contrario, la consideraba una igual.
ResponderEliminarFue la Iglesia quien empezó a hacerlo cuando se convirtió en un cuerpo político. Y hubo un motivo que no voy a decirte en público para no dar carnaza, pero que fue el detonante de ese odio de la Iglesia a la mujer durante siglos.
Todo está manipulado hasta el paroxismo.
Por esto me declaro no creyente, porque si ha de ser con la Iglesia... ¡Ni en sueños!
Pero como ves, admito -lo sé- que Jesús existió, y es a Él a quien hay que seguir, pero no estos politiqueos de quien se ha apropiado de su existencia, de su sacrificio.
Jesús no pretendió nunca crear la Iglesia, odiaba esto. Es una manipulación de los politicastros con ropajes de payaso.
Jesús predicó paz y amor, y no me dirás que la "Santa" Inquisición le hizo puto caso, ¿no?...
Así que no, no creo en la Iglesia en absoluto porque sólo es una corporación política y económica.
Jesús les daría de latigazos como hizo en el templo. Recuerda que era judío y cargó contra ellos, pues lo mismo haría hoy con la Iglesia, te lo aseguro.
Amen.