EL MITO CATALÁN NO SE SOSTIENE

Que el nacionalismo catalán es un suflé está claro para personas con dos dedos de conocimientos históricos o políticos. Sin embargo la cantidad de gente que trabaja para crear de la nada una realidad imaginaría es sorprendente, y mas sorprendente todavía es que lo están consiguiendo.
Todo esto es posible gracias a la maleabilidad del cerebro humano y a la física cuántica. Efectivamente la física cuántica a demostrado que la realidad es fisica es ilusoría, producto del observador que la hace visible entre infinitos mundos paralelos. Y muchos catalanes se han empeñado en crearse un universo paralelo, una nación virtual, expresión de unos deseos subconscientes que nada tienen que ver con el nacionalismo, la política y muchisimo menos con la economía.
Su nacionalismo se apoya sobre todo en la lengua catalana. Un pretexto como otro cualquiera, pero con la endeblez que ni siquiera es la lengua mayoritaria en Cataluña, y ni siquiera exclusiva de este territorio.
La otra pata de esta mesa coja, es la historia. Historía sobre todo inventada en el siglo XIX, que magnifica un supuesto gobierno autónomo perdido durante la guerra de Sucesión. Una gran falacia por lo que se dio en aquellas fechas es una revolución del concepto de Estado, pasando del feudalismo al absolutismo. Otra falacia es el concepto de la generalitat como un gobierno propio, cuando esta no fue mas que un consejo de notables para la administración de ciertos impuestos, sin ninguna incidencia política.
Peor aun es el etnicismo que aducen los mas fanáticos. Algo aberrante en cuanto el 99% de los catalanes tiene ADN peninsular dada la gran interacción emigratoria entre todos los pueblos de España. Con todo Cataluña no es mas que una parte de la gran familia latina, un pueblo y una cultura destrozada por diversos nacionalismo e intereses de unos cuantos oligarcas en los diversos paises.
Los origenes son falsos, pero los motivos son condenables. Ya que se basan en la rivalidad entre Barcelona, la capital comercial durantes siglos, y Madrid la capital administrativa. La burguesia catalana ha fomentado este nacionalismo para arrancar concesiones y privilegios. Pero con la democracia y la libertad para la difusión de las ideas, el virus del nacionalismo se les ha escapado a las élites ilustradas y ha pasado a los pueblos, a la Cataluña profunda, donde el horizonte cultural es estrecho por fuerza. Alcanzando una gran virulencia. No es casual que Oriol Junqueras proceda de un pueblo.
Este giro inesperado del nacionalismo, no solo está fastidiando al resto de España y del mundo, sino que se ha vuelto contra sus principales promotores, los burgueses de Barcelona. Que ahora ven amenazados sus intereses, no por Madrid, sino por los pueblerinos de las comarcas.
Es cuestión de tiempo que den un paso atrás. Aunque atrapados en sus propias falacias, este no podrá ser hasta que se celebre y se pierda el referendum de autodeterminación. Por eso sería conveniente que se celebrará cuanto antes, pues el independentismo crece sin cesar.