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CATALUÑA / TRIBUNA ABIERTA
Su obsesión es borrar del mapa con prohibiciones e imposiciones el bilingüismo y el sentido común que rige en la esfera privada, en la Cataluña real, donde tenemos la suerte de convivir sin mayor problema en nuestras dos lenguas.
ALBERT RIVERA
Día 18/01/2012 - 09.41h
ESTA semana pasada el Gobierno de Mas se reunió con los representantes de los Mossos d'Esquadra para comunicarles nuevos recortes en sus condiciones laborales y confirmarles que no iban a dotarles de los chalecos antibala necesarios para garantizar su seguridad. Los portavoces sindicales iniciaron una serie de protestas contra el Gobierno convergente, y entre ellas una tan inédita como efectiva: hablar en castellano para presionar al Govern. Poco tardaron en iniciar la caza de brujas los miembros de la caverna nacionalista, con el ex presidente Pujol a la cabeza, admitiendo que para los nacionalistas los Mossos eran un símbolo identitario y que los agentes no debían hablar en la lengua oficial mayoritaria de los catalanes, seguido por buena parte de la prensa concertada catalana como Toni Soler, que comparó a los policías autonómicos con los grises.
Y hace unos días también hemos conocido, a través de los medios, el protocolo en el que el departamento de Salud de la Generalitat le pide al personal sanitario que no hablen en castellano entre ellos, ni en reuniones de trabajo, ni por megafonía, ni siquiera con los pacientes castellanoparlantes.
El acoso y derribo a los representantes policiales de la Cataluña oficial y las instrucciones a los profesionales de la sanidad para que no hablen en ningún caso en las dos lenguas oficiales, demuestra que para nuestros gobernantes la construcción nacional está por encima de los derechos laborales, de la salud o lingüísticos. Su obsesión es borrar del mapa con prohibiciones e imposiciones el bilingüismo y el sentido común que rige en la esfera privada, en la Cataluña real, donde tenemos la suerte de convivir sin mayor problema en nuestras dos lenguas.
Durante el franquismo, en un régimen dictatorial y nacionalista que pretendía homogeneizar a la sociedad española y prohibió el uso del catalán, hablar en público, cantar, o escribir pancartas en catalán era símbolo de protesta y de libertad. Paradójicamente, 32 años después en Cataluña, en democracia y habiendo sido gobernados siempre por nacionalistas que incumplen las sentencias y las leyes, hablar indistintamente en catalán y en castellano en el ámbito público se ha convertido también en una forma de protesta, rebeldía y un motivo para ser señalado y apestado por la Cataluña oficial. Viva la libertad.
Albert Rivera es presidente de Ciutadans.
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