miércoles, 4 de enero de 2012

S.O.S. Ya vienen los Reyes

Se acerca la maravillosa noche de reyes. Noche mágica por definición, llena de ilusiones y maravillosas sorpresas.

La noche en que los reyes magos salen a trabajar sin descanso, visitando casa por casa para llevar los esperados regalos a aquellos que se hayan portado bien.

Cuando el sol de los buenos días, miles de pequeñas vocecillas gritaran por casa, dando saltos de alegría, aporreando la puerta del dormitorio de los padres y suplicando que se levanten ya con el grito de “AN BENIDO LOS REYES”.

Para los padres es el único día que no les importa madrugar, pues llevan todo un año esperando la mirada de sus hijos cuando abren su regalo. Cámara de fotos en mano, y con voz ahogada por la emoción, suplican a sus hijos que se estén quietos un segundo para poder inmortalizar el momento.

Para mucha otra gente, se acerca la triste noche de reyes. Noche interminable que se acompaña de tristes días en los que les tienen que explicar a sus hijos, que los reyes no han podido venir esa noche porque se han perdido, o porque no les han llegado los regalos para todos. Lo más difícil tiene que ser no dormir en toda la noche pensando en la mirada de sus hijos cuando vean que los reyes no han pasado por su casa sin saber por qué.

Esta historia, se va a repetir mucho mañana noche, ya que por desgracia hay muchas familias que no esperan a los reyes magos, pero quizás podamos hacer algo los que si esperamos su visita. Sé que dar juguetes a las ONG o a la Cruz Roja es difícil. Y aunque no lo comparta, ya que hacen una labor increíble y muy necesaria toda opinión es respetable. Pero seguro que tenemos a algún conocido, o a alguien que esté en esta situación al que podamos echar una manilla, pues eso significa la noche de reyes, llenar de ilusión y de magia la vida de los niños.

Ayúdales a hacer de la noche de reyes una noche inolvidable para todos, no dejes que ningún niño al que tu conozcas pierda la ilusión que todos hemos tenido.



Por Sergio Pastora.

6 comentarios:

  1. Desgraciadamente así es, la gran noche de la ilusión, a menudo es la de la desilusión.
    Pero en fin es parte de la educación.

    ResponderEliminar
  2. Los que piden juguetes para estos niños sólo los aceptan nuevos, sin desprecintar.

    Tuve un disgusto al querer colaborar con los juguetes de mis hijos -en perfecto estado, por supuesto, simplemente se habían quedado obsoletos para su edad, pero estaban nuevos-

    O sea, que no puedes colaborar si no te rascas el bolsillo, a pagar sí o sí.

    Pues por mí, que se vayan a tomar viento porque si yo tengo juguetes impecables (sí, mis hijos los dejaban en este extraño estado), me repatea tirarlos a la basura porque no son aceptados, así que mucho menos voy a ir a comprar otros.

    No tengo conocidos a quienes les hagan falta juguetes. Y ahora ya no tengo ninguno, que mis hijos son adultos.
    Mucho se ha perdido por la política. Muchísimo.

    ResponderEliminar
  3. No se debería permitir engañar así a los niños. Se les toma por idiotas, se les toma el pelo. Yo todavía estoy cabreado cuando pienso en lo que me engañaban con eso de los Reyes, y con el ratoncito Pérez de los dientes y otras chorradas por el estilo.

    ResponderEliminar
  4. ¿?

    Bucan, aquí no estoy de acuerdo contigo.
    Yo fui muy, muy feliz con los Reyes, tengo montones de anécdotas, a cual mejor porque una noche "los pillé en plena faena".
    El batín satinado azul marino con flores de lis de mi padre, de espaldas y agachado, se convirtió a mis ojos infantiles y subrepticios en un manto real, igual que la bata de boatiné de mi santa madre, también de espaldas, enfrascados ambos en poner los regalos.
    Corrí a meterme en mi cama, cerrando fuertemente los ojos, maravillada.
    Mi madre se pasó años contando a todo aquel que quisiera escucharla que ¡yo había visto a los Reyes!, tal como se lo conté a mis padres a la mañana siguiente, sin caber en mí de la tremenda ilusión.

    Y esta ilusión transmití a mis hijos que también fueron felices.
    Con ellos jugué un poco más, pues les expliqué que los Reyes tienen personal allí donde van a repartir los regalos y que yo era un paje suyo de estos, la excusa perfecta para ir y venir con regalos que mis hijos pensaban eran para otros niños, considerásndolo normal porque su mamá trabajaba ayudando a los Reyes.

    Años después tuve una charla con mis hijos. Les pregunté si se sentían engañados por todo aquello y me respondieron que no, que lo creían y se lo pasarón muy bien, con mucha ilusión.

    Tal vez tus padres no supieron hacerlo, Bucan.

    ResponderEliminar
  5. Una de mis recuerdos imborrables de la infancia fue cuando me auparon al caballo de Baltasar. Jo, era yo un mar de nervios y de felicidad!...
    Ahora estoy sin Reyes, aquí sólo existe "Santa", que es como le llaman familiarmente los niños a Santa Claus. Y ayer retomé mis clases de inglés, primer día tras las vacaciones. Las fiestas ya quedan lejos.
    Que ustedes y sus pequeñuelos, hijos o sobrinos, disfruten la magia de estas fechas.
    Felices Reyes!

    ResponderEliminar
  6. Así es, Bonifacio, la ilusión infantil no tiene parangón.

    Obviamente, los padres tienen mucho que ver en esto. Sufrí cuando mi hija (niña todavía), me contaba que su compañero de curso Adill (musulmán, claro), se quejaba de que era bueno y se iba a dormir temprano, pero que los Reyes no le dejaban juguetes...

    A ver, mi hija me pedía explicaciones por ser yo un paje de los Reyes. Si sólo hubiera sido Adill, pues mira, yo le habría comprado algo para que mi hija se lo diese, con eso de que los Reyes no sabían donde vive, ya que no escribía la carta. ¡Pero es que eran una munión de hermanos, por Thor!

    Santa Claus es el obispo San Nicolás, tan cristiano como los Reyes, pero creo que los protestantes se lo apropiaron y la multinacional Coca-Cola, además de cambiarle la túnica azul por el traje rojo, lo conviertieron en un personaje gordo e histriónico.

    ¡Ánimo con las clases de inglés!
    A mí me han metido el alemán sin comerlo ni beberlo, y eso para que me "tranquilice"... Je je je...

    No tengo pequeñuelos porque todavía no me han hecho abuela, pero ya me estoy frotando las manos a la espera ;D

    ¡Ah!, ¿sabe usted que en Barcelona sigue el Baltasar de mi niñez, mi favorito? Severino Balta, natural de Guinea.
    Ya está muy viejito, pero es el único que recibe a los niños impeturbable, año tras año, el único fijo que ha visto pasar generaciones.
    Espero que mis nietos puedan verle.

    ¡Salud e ilusión!

    ResponderEliminar

Gracias por vuestros comentarios, en breve serán públicados.