miércoles, 15 de junio de 2011

Crónica de una agresión de perroflautas




 El sábado 11 de junio fue una fecha clave para que casi todos los ediles electos tomasen posesión de sus cargos. Digo “casi” porque los que han perdido la alcaldía andan todavía atareados destruyendo documentos y hasta que no terminen no abrirán la puerta a sus sucesores. Nada raro ya a estas alturas de la película.

Mi crónica podría ser la de la toma de posesión de sus cargos de los ediles electos de la PxC L’Hospitalet de Llobregat, mi delegación, pero al fin y al cabo, no difiere mucho de la de otros municipios donde hemos entrado, ya que la tónica en ellos fue que nuestros concejales tuviésen que salir por una puerta disimulada, evitando la confrontación con las hienas de ICV -Iniciativa per Catalunya-Els Verds-, que viene a ser lo mismo que decir ‘Unitat contra el Feixisme i el Racisme’, esa entidad de ilegales rabiosos que sobreviven a base de subvenciones y cuya única finalidad es atacar a la Plataforma per Catalunya.
Considero que es más interesante contar lo que me sucedió cuando, inopinadamente, me encontré completamente sola ante ellos.



El consistorio había instalado una pantalla gigante en la plaza del Ayuntamiento para que se pudiera seguir el acto desde el exterior, dado el reducido aforo de la sala de plenos, pero cuando llegué frente al Ayuntamiento, tuve que buscar algún resquicio para poder verla porque una enorme pancarta situada delante lo impedía. Obviamente, la pancarta era de quienes eran.

No sólo esto, estar allí, en la plaza, era pesadísimo. No se podía hablar con nadie porque los bongos, tambores, gritos, cacerolas, silbatos, y el agitado de recipientes rellenos de cosas mareaba.
Aquella gente no respetaba nada, sólo eran hordas vociferantes, como en una película de la selva, salvajes sin más argumento que el suyo, el querer salirse con la suya sin más. Incluso algunos llevaban las caras pintadas como cualquier brujo de la tribu, sus bocas imitaban con el maquillaje la dentadura descarnada de una calavera.

Sucedió que, una vez terminado el acto, los ediles saldrían por la puerta de atrás del edificio consistorial, un anexo moderno que es usado normalmente desde hace años por estar ubicado allí el ascensor y todo lo necesario. La fachada es sólo eso, fachada. Allí nos dirigimos todos.

Bien, fueron saliendo ediles y sus acompañantes, gota a gota. “Esos”, se volvían locos cada vez, corriendo, gritando, aporreando sus cachivaches. Qué pesadez, señor.



Fue pasando el tiempo. Yo esperaba con la vista fija en la puerta, entre los numerosos agentes de la Guardia Urbana, a que saliesen Daniel Ordóñez y Alberto Sánchez, nuestros ediles. Sabía que tenían que ser entrevistados por la TV local terminado el acto, ya que, como responsable de los medios de comunicación, estos me habían informado de ello, pidiendo que se lo confirmase, cosa que Daniel Ordóñez hizo, así que lo sabía. Por eso pensé que, al ser de un partido nuevo en el consistorio, los habían dejado para los últimos.

Pero, cuando me quise dar cuenta, allí no quedaba nadie más que yo de la PxC. Habían desaparecido todos. Sólo vi a Iván que me preguntaba donde estaban y no supe decirle. Se fue a comer y me quedé allí.

Ahí fue cuando empezó la odisea con los tontos muy tontos. Yo no lo sabía entonces, pero el acto se había acabado, ya no quedaba nadie dentro y allí, en la puerta trasera, sólo estábamos los Guarros y yo.

Se fijarón en mí. Mi pelo me delata. Alborotado, rizado, con una larga coleta que mantengo desde hace años. Y cubriéndo las canas, su color característico. Baja estatura, no delgada precisamente. ¡Inconfundible!

Empezaron a cuchichearse entre ellos señalándome y yo mantuve sus miradas impertérrita. Los miraba como se mira a las monas del ZOO que no tienen gracia, con aburrimiento. Estaba harta de haber soportado lo mismo toda la mañana y que ahora me lo dedicasen a mí no me dió ni frío ni calor. No me alteran los perruchos ladrando a un coche que pasa.


Esta de la foto se dirigió a mí directamente. Sabía a quien le hablaba. Usó gestos, consciente de mi falta de audición y a continuación convocó a todos, que se giraron hacia mí y me dedicarón su sempiterna serenata: “Feixista! Feixista!”. No sé si ofrecerles mis servicios, porque los pobres no salen de esto. Son tan cortitos que dan pena.

Constatando que mis ediles no iban a salir por aquella puerta, guardé mi cámara en el bolso y me dispuse a marcharme. Resultó que no iba sola. Como si fuese el flautista de Hammelin, detrás llevaba la corrua de ratas chillando, con tambores y altavoz. Ni caso. Yo veía a la gente de la calle mirando a nuestro paso, pero esto no tiene importancia, dado que los perroflautas siempre están dando el espectáculo. Son payasos y así los ven la mayoría de los ciudadanos.

Pasó que se encabritaron cosa mala por ignorarles y alguno se me tiró encima, pegando su cara a la mía, chillando no sé qué. Pobre chihuahua. Era como esos perritos que yo llamo “mierdecicas”, que no levantan un palmo del suelo ni poniéndose sobre sus patas traseras. Mucho ladrar y enseñar los dientes, pero si haces amago de darles una patada, se van corriendo a esconderse donde puedan con un “¡Kai! ¡Kai” lastimero.

No sabiendo dónde ir llevando a las ratas detrás, me dirigí al Ayuntamiento, a la puerta principal, a ver qué había por allí. Solo había un guardia porque el acto había acabado y dentro no quedaba nadie. Obviamente, me vió llegar con la mierda detrás. Mirándole, hice un gesto con el pulgar, señalando detrás de mi. El pobre hombre elevó los ojos al cielo, en un gesto de impotencia, pero sí, vino y me rodeó los hombros con un brazo, mientras con el otro intentaba apartar a las ratas que se me tiraban encima. Estaba solo.

Esto es otra artimaña de los perroflautas. Durante la mañana vi a algunos provocar a los cuerpos de seguridad mostrándoles sus manos como si estuviésen atadas o enmanilladas, incitándoles a detenerles. Más tontos y no nacen, los pobres. ¿Como van a detenerles si su jefe está dentro del consistorio?

Afortunadamente, el jefe de la Guardia Urbana llegaba en ese momento, con varios agentes, tanto suyos como Mossos d’Esquadra. Venían precisamente de escoltar a mis compañeros para reunirse con Daniel y Alberto, los cuales habían tenido que salir por otra puerta, como la mayoría de ediles electos de la Plataforma per Catalunya en otras localidades.

¿A alguien le parece normal que unos ediles electos tengan que salir del consistorio donde van a trabajar por una puerta “falsa”? ¿Es normal que, sabiendo como se sabe quienes son, con nombres y apellidos, los que berrean sin descanso, accionados por las drogas, se les dé carta blanca en los ayuntamientos?

Termino mi crónica diciendo que un perroflauta logró romper el cordón que me protegía y se abalanzó sobre mí. Son ánguilas escurridizas. No son personas, sino animales. Me lo quitarón de encima inmediatamente y unas calles más allá, Urbana y Mossos (entre 25 o 30 agentes de ambos cuerpos), formarón una barrera impidiéndoles el paso hasta que me fui, tranquilamente.

A los cuerpos de seguridad los pagamos todos y lo que narro no muestra sino que nuestro dinero se va a las cloacas. Que la policía se mata intentando “no meter la pata”, protegiendo a unos, pero permitiendo a otros lo que después tienen que arreglar y esto es culpa de los políticos que usan a los cuerpos de seguridad a su conveniencia, como si fuesen su propia guardia de korps personal.
Plataforma per Catalunya no lo va a permitir entre otras cosas más. Por eso están histericos, no sólo ICV, sino todos los partidos sin distinción porque todos son lo mismo: casta podrida, como dice nuestro líder Josep Anglada.

6 comentarios:

  1. Los tontiprogres se mueven entre cuatro consignas y cuatro esloganes y están prestos a la agresión del que no es tontiprogre. Y después, son expertos en hacerse las víctimas. En general, son de inteligencia limitada y hay que contar con ello.

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  2. Se está haciendo usted tan famosa que va a terminar haciendo un cameo en Torrente V.
    Cuídese de las turbas!
    Salud y felicidad!

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  3. la calidad de la democracia en España deja mucho que desear. Iremos a peor si los politicos no dejan de tomarnos el pelo.

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  4. Esto es lo malo, Bucan, que se hacen las víctimas provocando como locos.
    ¿Y si yo le hubiése cruzado la cara con mis uñas al que pegó la suya a la mía, soltando saliva en mi boca?
    La encausada sería yo, por haber dejado mi impronta en su sucia cara, mientras que él sólo me escupió.
    Así funcionan y por esto se encabritaron, por ignorarles como se ignora a las monas del ZOO.

    Por lo mismo se sienten impunes ante los medios de seguridad, porque ellos van "de pacíficos" y los idiotas les apoyan sin enterarse de lo que hacen, provocando hasta la exasperación.

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  5. Lo mío es el teatro, Obdulio. No me veo en una peli, aunque sí, trabajé en 'Una mariposa sobre el hombro'. Como extra, por supuesto. Era una viajera en un hotel de Barcelona.

    Las turbas me la repampinflan, ya digo que a los chihuahuas se les hace amago de darles una patada y con esto es suficiente. Como dice Bucan, sus capacidades son muy limitadas.

    Muchas gracias e igualmente.

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  6. Bueno, Periódico, nos toman el pelo si nos dejamos, obvio.

    Yo no me dejo...

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